Cosquillas.
Una visita sorpresa para tomarnos un té en la casa de Saúl y vemos, Carmen y Yo, que es la hora de llegada a casa después del colegio, de la muchachita Alba y el Ratón sin paletas.
Le gritamos de muy lejos pero la atención estaba en la puerta de subida a casa y en la fina lluvia que caía periódicamente, de vez en vez. No quería, pero si quería, y así el suelo de toda la calle estaba mojado por lágrimas de nube. De alegría supongo, pues el Ratón estaba más contento que unas pascuas y solo buscaba razones para estar más alegre aun.
Al entrar Carmen y yo en su casa ya estaba subido a la trona y como un troglodita hambriento masticaba y seguía a manotazo limpio echándose en el “buche” más pasta y más jamón. Quería acabar pronto y pidió con la boca llena aun. _Tío Nono, cosquillas. Espere y con una gran sonrisa me miraba a la vez que intentaba bajarse de la trona el solo, pero no le deje, le cogí para hacerle cosquillas, ponerle sobre los cojines y molerle a apretones, caricias y besos.
Hizo un puzle de 14 ó 15 piezas, muy largo y me descubrió lo que sabe, como conoce todo el abecedario, y se que se ha enamorado de los números.
Comienza otra aventura, El invierno y la fina lluvia del pueblo con la que le encanta mojarse. Se empapa de felicidad y probablemente de algún catarro. La noche, que le enseña los días más despejados el frio de las estrellas que el cuenta, mientras centellean, y no deja de nombrar a la Luna.
No sabe que dentro de poco una “LUA” iluminara nuestra casa y también un poquito sus espacios. Se gusta, mira al espejo y observa todo lo que ocurre en el mientras se mira. Es lo que digo, el es un científico de lo cotidiano, de lo mas cercano, de sí mismo y así aprende y nos comprende a nosotros que babeamos mientras el investiga cada cosa por ínfima que sea.
Besos y galletas de mojar Para Alba y también gominolas. Para el Ratón los mismos chuches y además cosquillas.
Besos para los cuatro
Tio Nono